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7 CONSEJOS PARA UN ESTILO DE VIDA SLOW - SLOW LIFE - SLOW FOOD -SLOW TRAVEL - SLOW HOME

Sea cual sea tu manera de organizarte, puedes incluir en tu lista de nuevas rutinas algún hábito de vida Slow, nuevo propósito: pasarse a la slow life, que no es otra cosa que vivir menos inconscientemente y más disfrutando de nuestro tiempo y de las cosas sencillas.



Ahora que están terminando mis vacaciones, quiero responder ciertas preguntas claves

¿por qué corremos tanto?

¿Dónde queremos llegar tan rápidamente?

¿Qué es lo que nos estamos perdiendo por culpa de la velocidad de nuestras vidas?

¿Qué daños físicos y mentales estamos causándonos a nosotros mismos por culpa del reloj?


Al contrario de lo que podríamos pensar, el movimiento slow no es una declaración de guerra a la velocidad, pues sin duda tiene sus beneficios, sino más bien al apego que le tenemos, a nuestra obsesión por hacer más en menos tiempo, cada vez menos presentes, siempre pensando en lo que viene.




Se trata de hacer las cosas lo mejor posible, no lo más rápido posible.




1. Detenerse, bajar el ritmo, observar las pequeñas cosas cotidianas.


El movimiento slow life tiene que ver con todo esto, con saber parar para poder apreciar los matices de la vida. Con no dejarse llevar por el acelerado ritmo de vida actual que nos impide apreciar aquello que realmente nos hace felices y que nos impide disfrutarlo plenamente.


Ser conscientes del momento presente.


La vida slow no es sinónimo de falta de actividad, no debe asociarse a una ociosidad perezosa. Ni siquiera se refiere únicamente a hacer lo mismo que hacemos normalmente pero más despacio. Tiene más que ver con tomar conciencia del ahora, de concentrar nuestra mente en lo que hacemos en cada momento, sin injerencias de pensamientos sobre el pasado o sobre lo que tenemos que hacer en el futuro.



2. Conversaciones Slow. ¡Qué bien suena! Volver a encontrar tiempo para esas conversaciones tranquilas, en las que no hay móviles de por medio ni relojes con alarmas.


Volver a mirarnos a los ojos, encontrarnos de nuevo con las personas y sus vivencias, emociones, preocupaciones e ilusiones. Volver a compartir.






3. COMPROMÉTETE CON EL SLOW FOOD


La filosofía de la casa lenta se inspira en el movimiento slow, iniciado por Carlo Petrini y que ha triunfado en el mundo de la gastronomía con el slow food.


Los alimentos naturales y de temporada, que nosotros mismos podemos recolectar en un pequeño huerto urbano, son la base de este movimiento. Productos

frescos, locales y de temporada con recetas transmitidas de generación en generación, comer tranquilamente

con los amigos y la familia.




Comer bonito.

Comer sentados, con un mantel bonito, en tus platos favoritos y todos los días. No esperes a las visitas y ni veas cómo esas copas cogen polvo. Un día especial puede ser hoy mismo, ni mañana ni el domingo.


Tómate tu tiempo para comer! Además de sentirte más relajado, tu estómago te lo agradecerá. Incluso si tienes que comer en el trabajo, hazlo poco a poco y aprovecha para desconectar un rato junto a tus compañeros.



El movimiento Slow Food nos insta a reflexionar sobre los alimentos que compramos y llevamos a nuestra mesa, para que hagamos mejores elecciones como consumidores y habitantes de este planeta.


Slow Food (“comida lenta”), el movimiento internacional dedicado a la idea de que es preciso cultivar, cocinar y consumir alimentos de una manera relajada:





4. Slow Travel


El Turismo Slow se pone de moda para que sepamos sacar lo mejor de nuestro tiempo de ocio. Lo importante no es ir más lejos ni hacer más cosas en menos tiempo. Lo importante es saborear cada momento, explorar con otra mirada las zonas que visitamos, visitar lugares cercanos que no conocemos, apoyar el turismo local que se vive con todos los sentidos: degustar comidas y bebidas típicas de la zona, acercarse a la forma de vida local, conectar con distintas culturas. En definitiva: viajar siendo más consciente de nuestro camino. Menos buscar la foto y más vivir la experiencia.


El enfoque del slow life no se olvida de las vacaciones y del turismo. Así, propone la práctica de un turismo sostenible, limitando los destinos y los itinerarios. También pausando el ritmo del viaje, para poder tener una inmersión más profunda en los lugares y culturas que queremos conocer.